miércoles, octubre 20, 2010

Sicilia

Regresé ayer de Sicilia. Por mucho tiempo soñe con ese viaje. Al final no resultó ser tan impresionante como esperaba. Por eso mejor hablar del viaje que hice a Budapest hace poco. Qué importa el título de la entrada. Tal vez también hable del viaje a Colonia.

Budapest estuvo increíble. Llegando rente una bici y anduve en bici por toda la ciudad los días que me quedé, cuatro me parece. Estuve en el lado de Pest, la parte este de la ciudad, que es donde pasan más cosas. La ciudad de Budapest esta separada en Buda, el lado oeste, y Pest, el lado este, por el río Danubio. El paso de un lado al otro por el Puente de las Cadenas da una vista alucinante al castillo por el lado de Buda (ver foto arriba). Por el lado de Pest también es espectacular la vista del parlamento (ver foto más abajo).

La primera noche me fui a un bar medio alterno, el bar Szimpla Kert, que quedaba a un paso de mi hotel. Mi hotel, por cierto, me encantó. Un edificio antiquísimo con muchísimos departamentos. De bienvenida por la noche me esperaban dos putas en la reja para entrar al edificio. Yo no estaba seguro si estaba realmente en el lugar indicado. Pero sí, allí era. Me explicaron que había que tocar un timbre y luego me abrían. El edificio era gigantesco y en su mayoría de viviendas. También habían unos pocos lugares comerciales y de servicios, entre ellos mi hotelito, que era en realidad un departamento grande que lo habían acondicionado para alojar gente en unas tres habitaciones calculo.

Bueno, el bar me encantó. Resulta que el dueño tiene también un bar en Berlín con el mismo concepto. Pasan pelís antiguas, luego tienen varios objetos de la época comunista, clásico bar medio alterno. Para esto, viajé solo y pase bastante rato solo en Budapest, aunque también conocí a una húngara y un argentino, con quienes salí a conocer el castillo y de fiesta por la noche. Estuve también en la Casa de la Opera de Budapest, fui bien al terno, me lo habían recomendado mucho y compré mi boleto con anticipación para El Caballero de la Rosa, la opera de Richard Strauss. La opera es bastante divertida y el edificio de la opera es también impresionante.

Tal vez lo que más me gusto es andar en bici por la ciudad. La ciudad es grande, puedes pasar buen rato paseando y hay mucho que ver. No es muy amigable para los ciclistas, en el sentido que no siempre hay una ciclovía, pero se puede manejar por la avenida en ese caso y los autos respetan a los ciclistas. Todavía se ve mucho de la época comunista. Los edificios son realmente antiguos, impresionan, el transporte público también es bastante austero.

En la calle no se puede tomar alcohol supuestamente, pregunté en varias bodegas y me dijeron que no era posible, sin embargo luego me di cuenta que todo el mundo tomaba en la calle entonces comencé a andar con mi chela en la mano. Las cosas no funcionan como en Alemania que si se puede se puede y si no se puede no se puede, todo está menos claro y es más caótico. Esto se siente desde que comienza el viaje. Viajé en una línea húngara que tanto a la ida como a la vuelta se retrasó un buen rato. Pero lo más loco fue que cuando entrabas al avión abrían las puertas por adelante y por atrás, sin ningún orden, entonces toda la gente entraba y se encontraba en el pasadiso, algunos necesitaban pasar más adelante y otros más atrás y se topaban con los que venían, un caos total.

Estuve también en el Castillo, que está en la cima del lado de Buda. Allí comí sopa Gulash, pollo a la paprika y tomé vino Tokaji, todo riquísimo. Al lado un guitarrista tocaba música tradicional. Luego bajé y estuve en el Bar Instant, del lado de Pest. Ahí me quedé en el sótano bailando música gitana hasta la mañana, increíble el DJ, habría que darle un premio.

Colonia fue también una muy buena experiencia. Estuve una semana por un curso. También anduve en bici, yendo todos los dias al curso y saliendo algunas noches. Me gustó mucho. La gente me pareció bastante abierta, además muchos estudiantes y gente clase mediera. Los bares bien bacanes, las calles grandes y con vías amplias para las bicis, como en Berlín, en realidad encontré varias coincidencias con Berlín. Es una ciudad más que me gusta de Alemania, que me recuerda que no todo es tipo Hamburgo, donde no me encuentro para nada.

Estuve en una tertulia literaria en Colonia. Presentó fragmentos de un cuento y de una novela un escritor ecuatoriano. Interesante el lugar. Los latinos siempre sabiendo encontrar sitios cheveres, alternos, para organizar sus cosas. La mayoría sudamericanos, pelo largo, bohemios, que viven en Colonia, pienso se dedican a la escritura casi todos y algunos a la música. Me quedé allí, conocí alguna gente, luego nos fuimos a un bar, todo muy chevere. Un detalle interesante es el tema de publicar entre los escritores. Hay todo un rollo con eso. El chico que presentó no estaba interesado en publicar, no se preocupa por eso, y parece ser que para otros es igual, mas bien se quejan que su obra se juzgue a partir de lo publicado, y no se como interpretar eso.

Colonia me ha dado ganas de enterarme más de la movida latina literaria. Me comentaron allá que en Hamburgo hay un grupo que también se junta cada dos semanas e incluso ha tenido la visita del premio nobel Vargas Llosa un par de veces. Voy a ver luego qué pasa con eso.

También en Colonia salí a comer con Jorge, un pata peruano que conozco por el blog Cuaderno Contable. Fuimos a un sitio argentino donde prepararon una carne a la parrilla brutalmente rica. Luego a un barrio estudiantil a ver un partido de fútbol. Yo me quedé luego por ahí viendo algunos barcillos.

Finalmente Sicilia, el título de este blog. No sé, ya estoy un poco harto del rollito Italiano de la doble moral, las zapatillas de marca, las gafas oscuras, etc. Qué manera de exagerar de la gente. Estuve allá con Christian, un pata alemán que conozco de Berlín, las épocas misias. Él es desempleado, ahora yo soy el que tiene plata, entonces lo invité. No se lo podía creer. Pasamos del frío alemán al calorcito siciliano, incluyendo playita en Palermo. Nada, todo paja con Christian. Por otro lado contento de haber regresado vivo. Que bestia el tráfico en Sicilia, si te despistas de atropella un auto y no pasa nada, los autos pasan nomás, el peatón no importa un carajo.

La verdad que lo que más me impresiona, sin subestimar el siciliano, es que me deja totalmente incrédulo ver tanta riqueza cultural, tantos vestigios de culturas importantes, culturas grandes, y ellos caminando al lado, tomandose un café, como sin nada, escuchando música pachanga al lado de un edificio de hace más de mil ańos, ellos con las gafas oscuras, despreocupados, fumando un pucho, relajadisimos en la plaza. Me lleva a preguntarme si serían capaces como sociedad de volver a construir algo tan importante como lo hiceron sus antepasados.

Lo que más me gustó fue Catania, que es lo que según las guías es lo más feo. Pero últimamente estoy aprendiendo que las guías recomiendan lo que no me gusta y no mencionan lo que me interesa. La mayoría recomiendan Palermo, y claro, es muy lindo y todo, pero no deja de ser una ciudad normal. Catania me pareció más unica, diferente, la gente más pueblo, además más pobre. Con Christian comimos en el mercado unas cosas bien raras, comen como vísceras a la parrilla y carne de caballo en sanguche, todo muy rico. Luego los sambucas y limoncellos de rigor. La vida nocturna de Catania me gustó también más que la de Palermo. Luego no mucho más que contar de Sicilia, conocí gente, pero de alguna manera sentía que me contaban el mismo rollo todos, el rollo que ya conozco, repetido.