sábado, marzo 05, 2011

5 de marzo

Un día como hoy hace 6 años llegué a Alemania. Mi avión llegó de Madrid a Colonia. Había estado en Madrid con mis papás y conociendo un poco España. Llegando a Colonia tenía que tomar el tren para viajar a Berlín. Era comienzo de fin de semana. Lo había planeado así para viajar con el Wochenende ticket. Nunca antes había estado en Alemania, no sabía tampoco una pizca de alemán. Las instrucciones sobre como viajar, donde tenía que llegar, me las había dado César, un amigo que vivió antes en Berlin. De hecho, fueron sus aventuras las que me llevaron a venir acá. Yo vivía en Canadá y tenía muchas ganas de tener una experiencia europea. Lo de las ganas de la experiencia europea, en general, se lo debo a varios escritores latinoamericanos que leí en mi adolescencia en México. Desde mis 13 o 14 años soñaba con algún día vivir en Europa.
Lo que para ellos fue París, para mi fue Berlín.

No pensé que me terminaría quedando a vivir en este país. Inicialmente fue sólo una aventura, luego fui encontrando razones para quedarme. Esto es algo que no ha terminado. Incluso ahora sigo preguntándome cuánto tiempo más me quiero quedar acá. Las respuestas cambian dependiendo el día. A veces pienso que quiero emigrar a otro lugar pronto, a veces me imagino muchos más años en este país. Hoy mismo me siento muy contento de estar acá. No cambiaría por nada la experiencia que he tenido y no tengo prisa de partir. Imagino que luego llegará el momento de ir a otro lugar, pero no será este año. También porque a veces pienso y si no es acá, dónde. No se me ocurre otro lugar a donde ir fuera de Alemania. Supongo que sería dentro de Europa, pero dónde entonces, España, Italia, Inglarerra? No sé. A veces pienso en Inglaterra, pero más que nada por una cuestión profesional, no porque me encantaría vivir allá, ni siquiera conozco.

En estos 6 años pasé mucho. Me he sentido deslumbrado a mi llegada a Berlín, iluso de haber creído que el mundo fuera de Latinoamérica era todo como Canadá o Estados Unidos, encontrando gente con la que conectaba como nunca antes; luego sobreadaptado, intentando rechazar todo lo que tenía que ver con mi idioma, teniendo sólo amigos alemanes, hablando sólo en alemán, sintiendome integrado en la sociedad, aspirando a pensar, ser, totalmente, un berlinés, es más, no uno cualquiera, uno del este; luego de haber llegado, según yo, a rozar ese estado y volverlo parte de mi cotidianidad, entonces, aburriendome, sientiendo, ya lo conocí y ahora qué; entonces, poco a poco regresando a mi idioma, pero reinventado, con menos emoción respecto a lo alemán y a mi propio idioma; luego mudándome a Hamburgo para cambiar mi vida totalmente, odiar Hamburgo, putear, quejarme de lo aburrido de mi vida; y finalmente, ahora, menos integrado que en Berlín, más tranquilo, enfocado en mi trabajo, pasando a veces mucho tiempo sin hablar o escuchar alemán, como si estuviese en otro país, pero conociendo poco a poco un par de buenos amigos, por mi barrio y en el trabajo, con los que disfruto mucho de los buenos momentos.

Seis años cumplidos.