Aeropuerto de Detroit
Se acabó la aventura de Ann Arbor. Escribo este post desde el aeropuerto de Detroit aprovechando el servicio de wi fi. Nunca antes había usado internet en el aeropuerto y se me hace bien cool hacerlo. En realidad algunos avances tecnológicos que son de uso cotidiano para muchos para mi son relativamente nuevos. Por ejemplo, recién me he comprado una laptop hace dos meses y he aprendido a usar el internet wireless, quemar CDs, y bajar películas.
Por eso, los últimos días, luego de dizque cerrar las cosas en la chamba, me la he pasado viendo películas bajadas con el Limewire. No he salido de mi cuarto en fácil tres días, he estado más recluído que Hikikomori. Algunas de las pelis que he visto son: Babel, Mulhulland Drive, American Gangster, Boyz in the Hood, Taxi Driver, Sin City, y The pursuit of happiness. Quedé particularmente impresionado con la crítica social tan explícita y profunda en Boyz in the Hood y la manera como The pursuit of happiness expone los límites de la perseverancia ante un mundo antagónico, difícil, como diría Tonino Carotone. Quedé desilusionado con Mulhulland Drive de David Lynch, sobre la cual había escuchado tanto y me dejó tan poco.
En la cola están Psycho, Rear Window, y the Birds de Alfred Hitchcock. Entonces llegando a Boston comenzará el ciclo Hitchcock. Hace un rato veía la introducción de Psycho y realmente es un flipe, un clásico, ya tengo ganas de verlas. Y bueno, sí, estoy camino a Boston, donde pasaré Navidad y Año Nuevo con mi hermano y Dane. No tengo realmente planes para Boston, sólo quiero visitar el brewery de Samuel Adams y chambear un poco, que hace rato que no lo hago.
En Ann Arbor chambié el primer mes y el segundo ya me dediqué al relajo, hice nada. O bueno, mas bien, webié y viajé. Estuve primero en Chicago visitando a Israel, un amigo de mi barrio en Perú. La pasé muy bien con él y su esposa. Plan tranquis pero muy a gusto. Luego estuve en Miami, donde sí fue el despelote. Fui para el concierto de Soda Estereo junto con Israel y mi hermano. A la salida del concierto me encontré con Jaime, un gran amigo, también del barrio y con quien tengo mil historias. Fue un gusto verlo y nos quedamos conversando hasta el amanecer frente a la playa. Lo más chevere del viaje. El concierto de Soda estuvo bacán, claro, pero el ambiente medio monse, esperaba más locura. Claro que mi hermano y yo aportamos un poco (ver foto de mi hermano con peluca en el concierto).
Hablando de pelucas y locuras, presentó a continuación cuatro impresiones sobre los iunaited surgidas en este viaje que poco a poco llega a su fin: (1) el trabajo es intenso, (2) la ilegalidad es más flexible, (3) la adicción al petróleo, y (4) las calles sin huellas.
Sí, el trabajo acá es recontra intenso. Por lo que escucho de la gente, durante la semana están ocupadísimos, concentrados en su trabajo, el trabajo es demandante, les consume mucho tiempo y energía. Por eso, cuando tienen días libres, la gente enloquece y hasta se pone pelucas. Porque hay poco tiempo libre, el ocio se define de manera particular en USA. El ocio son cinco días all-included en algún lugar en el sur donde hace mucho calor, donde no quiero que me jodan y quiero que hagan todo para mí, que me sirvan. La división trabajo-ocio es muy fuerte.
La ilegalidad trae muchas limitaciones, pero incluso sin un permiso válido se puede hacer mucho acá. En USA hay más de 12 millones de personas sin permiso válido. Muchos de ellos haciendo mucho dinero, con propiedades, viviendo cómodamente. He conocido a algunos de cerca. Pero con limitaciones respecto al crédito y viajar o regresar a su país. Esos son algunos de los costos de estar ilegal acá. Por su puesto pueden ser muy altos, como el caso de un amigo que le va muy bien acá pero no puedo estar para la muerte de su papá en Perú.
Los americanos, claro está, son unos vivos, estoy convencido que todo esto es permitido para que ellos vivan más cómodos, para que alguien haga las tareas que ellos no quieren hacer. Es igual con los tratados de libre comercio que firman con américa latina, lo hacen para tener los productos baratos que se producen en allá. Me queda la impresión que todas éstas son decisiones planificadas y fundamentadas en razones económicas.
Lo de la adicción al petróleo de la que tanto habla nuestro amigo Bush me ha quedado mucho más clara en las carreteras entre ciudades y al interior de las grandes ciudades. Es impresionante la cantidad de autos que hay por acá. Todo el mundo tiene un auto, parece ser un objeto imprescindible. De hecho lo es en algunas ciudades más que en otras, porque muchos servicios están a las afueras de la ciudad donde las propiedades son más baratas, no en el centro de la ciudad, entonces es necesario conducir para llegar allí.
Entonces, como todo el mundo anda en auto, las calles no tienen huellas. El otro día que me iba a Miami, caminé alrededor de 8 kilometros para llegar a la parada del bus en Ann Arbor que me llevaría a el aeropuerto de Detroit. Del camino recuerdo las imágenes más desoladoras que he visto en mi vida. No había nada, sólo nieve y autos pasando por la carretera. Ninguna persona caminando, ni negocios, nada. Y ésta sería una imagen común si uno camina, pero nadie camina por acá, por eso no habían huellas en la nieve. Las carreteras, la infraestructura intimida y parece decirte por acá no debes caminar. Tanto es así que en el camino dudaba si la vereda continuaría y sentía que un auto se detendría para preguntarme si todo estaba bien, porque era obvio que lo que estaba haciendo no era normal, se sentía muy raro.
Bueno, llegó mi avión, somos Boston!
1 comentario:
Muy bonita tu crónica. Me quedó Tito Chicoma.
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