domingo, septiembre 14, 2008

Un paseo por DC

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/7e/Smithsonian_logo_color.svg/2000px-Smithsonian_logo_color.svg.pngEn Washington tuve la oportunidad de visitar varios museos/galerías: el museo nacional indio americano, el museo Hirshhorn de arte contemporáneo, la galería nacional de arte, y el museo estadounidense a la memoria del holocausto. Todos muy interesantes y, lo más alucinante, gratis. Uno podría pensar que por eso no son tan buenos como otros en capitales importantes del mundo moderno (e.g., Berlín, Madrid, París), pero nada que ver, están súper bien organizados, ofrecen tours guiados, audio-guías, material informativo, los servicios higiénicos muy bien, hay casillas de información, etc. Y no se paga nada.
De hecho, la gran mayoría de museos en Washington no cobran entrada. Los hay en diversos temas, por ejemplo, arte africano, arte asiático, arte decorativo, fotografía, la naturaleza, el FBI, historia, ciencia, y el espacio. Uno puede pasar varios días en esta ciudad sólo visitando museos. A mí me bastó con visitar los cuatro que menciono en las tres semanas que estuve por allá. Soy de los que prefieren observar un par de cosas bien en lugar de saturarme con mucha información que al final tengo problemas en retener. También por eso tengo este blog y ahora escribo esta entrada sobre estos museos: para alguna vez poder recordarlo.
La mayoría de museos en Washington son financiados por la fundación Smithsonian. Lo curioso de esta fundación es su origen. Resulta que por los 1820s un científico inglés, James Smithson, decidió que a su muerte su fortuna se use para fundar en Washington una institución que difunda el conocimiento entre las personas. Lo raro es que James nunca en su vida había visitado Washington y ni siquiera los Estados Unidos. Tampoco se sabe que haya tenido amigos allá. Entonces las razones para su testamento son un misterio. Aunque algunos dicen que lo hizo para manifestar su descontento con la sociedad británica. Pero no es claro. Y bueno, de los museos que visité, el museo nacional indio americano y el museo Hirshhorn de arte contemporáneo son parte de la fundación Smithsonian.
El primero cuenta la historia de los nativos americanos, principalmente en Estados Unidos pero también en América Latina. Interesante son las contribuciones que han hecho a la sociedad norteamericana. Por ejemplo, muchas de las edificaciones en Manhattan han sido diseñadas por indio americanos y cientos de ellos participaron en la primera y segunda guerra mundial, donde palabras de sus lenguas se utilizaron como código de guerra. Por su puesto durante la conquista fueron casi exterminados y los que quedaron en Estados Unidos y Canadá han sufrido una serie de abusos desde entonces. No hace mucho que los gobiernos de estos países han reconocido esta realidad e intentan legalmente compensar a los descendientes de indio americanos. Hay por eso un sistema bastante complejo para establecer quienes son los descendientes y en qué grado.
El museo Hirshhorn tenía una exhibición interesantísima sobre el realismo en el cine: The Cinema Effect: Realisms. Ella invita a aproximarse de manera crítica hacia las representaciones de la realidad que comunican el cine, la televisión, la prensa, y la historia. La exhibición propone a través de múltiples presentaciones audiovisuales que la mayoría de producciones culturales que los espectadores consumimos son una mezcla de realidad y ficción. Por mucho que intentan aproximarse a la realidad de manera precisa y objetiva, están sesgadas por nuestras maneras particulares de ver la realidad. Es decir, cada individuo que realiza un video y lo presenta, ya sea en el cine o incluso en YouTube, está combinando la realidad con su propio realismo. Lo mismo se aplica para otros medios de comunicación. Entonces los artistas que participan de esta exhibición cuestionan la división entre lo real y la ficción. Por ejemplo, uno de sus videos muestra a un clásico mochilero siguiendo la guía del Lonely Planet en India con su polo del Che-Guevara, sandalias, pelo largo, y estilo hippie, en general. Sus viajes y estilo son tan alucinantes y estereotipados que llevan al espectador a cuestionar si se trata de un personaje real o ficticio.
La galería nacional de arte es sin duda la que más me sorprendió. No esperaba encontrar una galería tan grande y completa en Washington. Su colección incluye obras de grandes como Monet, Renoir, Degas, Cézanne, Gauguin, Van Gogh, El Greco, Picasso, Matisse, Rodin, y Rembrandt. Tanto arte clásico como contemporáneo distribuido en los dos grandes edificios del museo, por regiones, y períodos históricos. Me tocó también una exhibición sobre Afganistán. Ella presenta más de doscientos objetos que datan de hace más de dos mil años y se habían dado por perdidos o destruidos durante los últimos veinticinco años de conflicto en este país. Los objetos fueron recuperados de una caja fuerte en el palacio de gobierno afgano en el 2004. Un film parte de esta exhibición muestra el momento de su recuperación. Ellos son piezas claves para confirmar la importancia cultural y comercial de esta región en el tránsito de Asia al Mediterráneo entre el año 2200 antes de Cristo y el 200 después de Cristo.
Finalmente, el museo estadounidense a la memoria del holocausto cuenta la historia de los judíos en Europa desde que los nazis en Alemania llegan al poder (1933) hasta finales de la segunda guerra mundial (1945). Viviendo en Alemania tenía que visitar este museo. Ya en Berlín he visitado el museo judío y había escrito una entrada en mi blog aquí sobre él. Allí también se cuenta parte de esta historia. Lo interesante del museo estadounidense es que además enfatiza el rol de Estados Unidos durante el holocausto y hace una reflexión crítica sobre lo pudo y no hizo el gobierno americano. Una suerte de mea culpa por lo que les toca de esta historia. Por ejemplo, critica que ni siquiera se cumplieron con las cuotas establecidas por ley para recibir a refugiados judíos en suelo estadounidense. Incluso algunos barcos que llegaban desde Europa con refugiados judíos tuvieron que retornar. Sin embargo, aceptaron al grupo más ilustrado de judíos, como a Albert Einstein, lo que contribuyó enormemente al desarrollo científico, económico, y cultural del país en los años posteriores.