Comenzó mi primero día sin empleo. Estoy desempleado. Se siente bien. Comencé yendo al gimnasio, preparándome de comer un higado de res con cebolla acaramelada y pure de manzana, al estilo Berlinés, riquísimo, lo mejor que he comido en mucho tiempo.
No hay mucho que hacer. Es invierno, pero ya no hace mucho frío, ha subido la temperatura, uno puede andar sin guantes y chuyo en la bici. Ando buscando trabajo en muchos países, muchos institutos, me gustaría encontrar algo realmente atractivo desde el punto de vista académico, ya se verá.
Ya se verá en qué lugar también. Por ahora me llaman la atención Holanda, Bélgica, USA, Asia, e Inglaterra. En Inglatera hay varias vacantes, pero no me da muy buena vibra, no tengo buena impresión de Inglaterra, son demasiado extremistas.
Es un relajo de pronto tener todo el tiempo a mi disposición. Me hacía falta. Voy a tomarme varios meses para descansar y buscar trabajo. Mientras tanto espero aprender un poco a tocar guitarra, conversar con amigos, conocer un poco Hamburgo, que casi no he conocido porque de arranque negué la posibilidad de quedarme acá. Ahora es el momento de disfrutar un poco esta ciudad antes de irme.
Algunas personas, colegas de trabajo, han reaccionado casi en shock porque haya renunciado. Muchos alemanes, sobretodo, aspiran a la idea del contrato permanente, el buen sueldo, la estabilidad, por eso se les hace raro que de pronto uno renuncie a todo eso. Pero a mí me llegan al huevo todas esas seguridades, definitivamente no es a lo que aspiro. Algunos han pensado que estoy loco incluso por dejar mi chamba. Pero yo me pregunto de verás si ellos no estarán un poco locos. Me refiero a los que conozco que estan super infelices con lo que hacen. Entiendo que para algunos no es fácil, porque tienen familias, gente que depende de ellos, pero a otros que llevan haciendo lo mismo por anhos los comprendo menos. Pienso que sobreestiman el miedo, la realidad es más fácil de lo que parece. Y el contrato indefinido, los planes, todo puede cambiar.
A varios colegas le he dicho que la decisión que tome de renunciar no fue del todo racional. Lo más gracioso fue que la reacción de algunos fue decirme que no debía sentirme mal, que la decisión seguro había sido racional. Como si las decisiones racionales siempre fuesen las mejores. Me pregunto, hasta qué punto se sobreestima la racionalidad. Los alemanes sobretodo, tienden a pensar que las mejores decisiones son las racionales.
Yo vengo de un lugar donde la gente cambia zapatillas, polos y deja un DNI por una chela más. Donde nada es tan importante. Y la verdad yo creo que nada es tan importante, sobretodo cuando hablamos del trabajo. Por eso siento que mi decisión de dejar un trabajo con contrato fijo y buen sueldo es de las más europeas que he tomado pero de forma muy sudaca. Sudaca por la locura que ya explique, de creer que el mundo se acaba manhana, de decidir hoy porque manhahan todos estamos muertos, por eso te cambio mi polo. Y europea porque ha sido por respetar mis sentimientos, cosa que es un lujo en sudamérica, o algo simplemente que no nos ensenhan. Ahora valoro más mis sentimientos, mis afectos, y trato decidir en función a eso.
Estoy esperando el verano porque ahora mismo no hay mucho que hacer. Algunos días del invierno han sido tan fríos que hasta Kike, que es duro como una piedra, se ha deprimido un poco. Las calles están medio vacías. Quisiera tomarme unos días o un mes en algún otro lugar, donde haya más vida. Pero por ahora me voy a quedar en Hamburgo un poco más. Vamos a ver qué sorpresas traen los siguientes días.
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