Hace tiempo que quiero escribir sobre esta idea. Se trata de la globalización de la autoregulación. Me parece que es un aspecto más de globalización, así como se está dando con la política, la economía, y la educación, también se globaliza la autoregulación. La autoregulación consiste en la regulación, control, y planificación de nuestras acciones y emociones con miras a llegar a objetivos. En sicología social y sicología educativa se utiliza para entender el comportamiento agresivo y el aprendizaje, por poner ejemplos. El modelo viene de los países nórdicos, países escandinavos y Alemania. Y se está imponiendo.
Puedo hablar con más conocimiento de lo que pasa en educación. Esta claro que las metas educativas han sido ya globalizadas. Una muestra de esto es el estudio PISA que de alguna manera dicta lo que los estudiantes jóvenes en el mundo deben saber para poder integrarse al mercado laboral de una sociedad moderna. Esta vara para medir la educación ya prácticamente se impuso y no hay modelos alternativos que resistan. Pero no sólo se ha globalizado el objetivo educativo, que sería salir bien en la prueba PISA, sino que cada vez se globaliza más la manera de llegar al objetivo. Es decir, no basta con salir bien en la prueba o cumplir los objetivos educativos, como lo hacen los estudiantes en países asiáticos, por ejemplo, sino que también es importante llegar al objetivo a través del mismo mecanismo: la autoregulación. Es decir, con estrategias de planificación y control del aprendizaje, con métodos de enseñanza que promuevan la autonomía del estudiante y su participación. Llegar al objetivo con padres y profesores estrictos, una tiger mother, no.
La autoregulación está estrechamente ligada a la idea del control. Por eso no es casualidad que este modelo sea tan influyente en países nórdicos, donde la idea del control es un valor fundamental en oposición a la espontaneidad o las emociones más inmediatas que se consideran de poco valor o casi una debilidad. Se asume que el individuo es capaz de controlar sus acciones, planear, anticiparse a posibles problemas, reflexionar sobre ellos y hacer planes sobre como reaccionar ante esos problemas. ¿Y como se puede globalizar un modelo así? Pues el sistema comienza a recompensar cada vez más a individuos autoregulados, en distintas esferas de la vida cotidiana. La autoregulación se convierte en una especie de señalización, una información que es usada para distinguir entre individuos en procesos que generan ventajas sociales.
Ejemplos. Desde hace ya varios años hay un premio a la planificación de los viajes. Quien compra pasajes y reserva hoteles con más anticipación obtiene un precio más barato. El sistema recompensa a la persona que planea. El que prefiere viajar espontáneamente debe pagar un costo más caro. Otro ejemplo. En el fútbol, Alemania le ganó a Argentina en el mundial del 2006 gracias a la investigación del equipo alemán. El arquero alemán, Lehmann, tenía una hojita en la tanda de penales con la dirección del disparó de cada uno de los jugadores argentinos. Lehmann se tiro siempre al lado correcto y atajo dos penales. Esta planificación, gracias a la investigación y la tecnología, resultó en el triunfo alemán.
Mi jefa es Noruega, probablemente país cuna de la autoregulación. La autoregulación en el aprendizaje es también el área de su investigación. Hace un tiempo decidimos escribir un articulo juntos. En su estilo muy autoregulado me pidió, siguiendo pautas de su ex trabajo en Noruega, que llenemos un protocolo donde especifiquemos las labores de cada uno y las acciones a tomar en caso de conflictos. No me gustó mucho la idea porque no es como yo suelo desarrollar mis colaboraciones, pero ella me dijo podía ser útil, que la gente normalmente no quiere pensar, anticiparse, a posibles conflictos, pero que es mejor para tener más control y no sorprenderse. Por darme un ejemplo me dijo que cuando la gente se casa muy pocas veces discute las condiciones de una posible separación porque no es agradable, y por eso termina dándose con muchas sorpresas desagradables. Esta es precisamente la idea de la autoregulación.
Pero lo que yo creo son dos cosas. Uno, que hay un componente importante de ilusión en la autoregulación. Es decir, que sólo creemos que tenemos control. Los alemanes, pienso yo, de hecho sufren mucho con la idea del control, porque nunca lo alcanzan. Y segundo, creo además se puede aprender mucho de la sorpresa, del dolor, de la incertidumbre, de lo inesperado. Es decir, de un matrimonio que fracasa y nos deja de pronto perdidos, obnubilados, puede surgir un nuevo yo. Hay mucha sabiduría encerrada en llegar al objetivo por métodos inexplicables, por el camino más largo. Este miedo a lo desconocido es para mi la falla de la autoregulación.
Además, es cierto que Alemania es una potencia mundial en el fútbol y ganó la última copa del mundo. Pero Brasil ha sido campeón mundial cinco veces con su jogo bonito. Un juego menos planeado, con mucha espontaneidad y lujo. Esto sugeriría que no hay sólo una manera de llegar al objetivo. Pero a medida que el sistema premie más la autoregulación tengo dudas que esto pueda seguir ocurriendo. El sistema no lo imponen los países más pobres, viene impuesto desde los países nórdicos y cada vez se globaliza más. Es a esto a lo que me refiero con la globalización de la autoregulación.
En la idea del control cada vez se valoran menos las emociones inmediatas. De hecho se consideran casi una debilidad. Esta comprobado que las personas de estratos socioeconómicos bajos no suelen usar estrategias de autoregulación. Y en la escuela, el trabajo, esta es una señal para distinguir entre las personas y promover su ascenso social. En mi ambiente laboral es muy distintivo. Por ejemplo, varios profesores en Oxford no ocultan su preferencia en contratar alemanes porque los consideran autoregulados. Es decir, no tienen que supervisarlos, ellos planean todas sus tareas, son autónomos, y casi casi basta con contratarlos, luego lo productos llegan solos. Ellos saben organizarse, no requieren supervisión, tienen sus propias estrategias para aprender, por hacer una generalización. La investigación demuestra que los individuos más autoregulados tienden a obtener mejores resultados educativos y económicos, por ejemplo con experimentos como el de los marshmallows.
En temas de sicología social, que conozco menos, la autoregulación también es útil para controlar los comportamientos violentos, ya que se enfoca en los objetivos y valores de largo plazo y minimiza las emociones inmediatas y los impulsos de corto plazo que no llevan a esos objetivos. Se trata de empoderar al individuo de sus emociones: control. Por ejemplo, se sabe que los chicos que no son capaces de autorregularse tienden a ser más agresivos y a hacer bullying a otros chicos. Ante esto se promueven formas de comunicación muy racionales para resolver conflictos, como la Gewaltfreie Kommunikation (GFK), muy popular en Alemania. Estuve el año pasado en un taller GFK en Berlín, es un tema que captura mucha atención entre los jóvenes.
Todo esto genera un estándar para nuestra actuación. El individuo controlado es el individuo civilizado. Formas más impulsivas o agresivas son sancionadas. El problema es que no hay una sola manera efectiva de resolver conflictos, todo tiene un contexto, por ejemplo, en Perú existe el Takanakuy, donde la gente resuelve sus problemas a golpes cada año. Funciona también. Sin llegar tal vez a esto. ¿Por qué no podemos gritar un poco? ¿Por qué es tan importante que nos calmemos? Y más aún, ¿es realmente posible convertirse en una persona más autoregulada sin perder algo? Tengo mis dudas, aunque es favorecido por el sistema como lo he dicho. Pero pienso que tanto monitoreo y planificación de nuestros pensamientos, acciones y emociones tiene que venir con otras consecuencias negativas. No me atrevo a especular sobre ellas.
La conversación con me jefa sobre el protocolo para el artículo fue hace ya alrededor de dos años. Ella era la primera autora y nunca escribió o lideró la elaboración del artículo. Más tiempo tomaron las discusiones y el protocolo que el artículo en si mismo. Desde un inicio tenía mis sospechas. En mi caso a pesar de tener estrategias de autoregulación que he adquirido a lo largo de mi experiencia, a veces suelo escribir artículos de las maneras más inesperadas y espontáneas y felizmente hasta ahora me funcionan y culminan en publicaciones. Veremos hasta cuando.
¡Qué el individuo se salve!
jueves, marzo 31, 2016
miércoles, marzo 16, 2016
Ancón, Ancón...
Recientemente he hecho un viaje a Lima en el que la he pasado muy bien. Tanto que hasta se me ha metido la idea de regresar a vivir por unos años, no ahora pero de acá a un tiempo y por un tiempo fijo. Mi plan en realidad es sacar la nacionalidad inglesa, comprar un departamento en Berlín y mudarme a Lima un par de años para luego regresar a establecerme a Berlín. Es una fantasía, pero así se empieza.
En Lima la pasé muy bien con mis papás. Ya amigos casi no me quedan en Lima, pero me encontré con algunos amigos del barrio que no veía hace casi veinte años y con gente de mi trabajo también en el Ministerio de Educación. Aunque en realidad estuve prácticamente todo el tiempo con mis papas, en su casa y en una casa de playa que rentamos por unos días en Ancón. Sobre eso quiero contar.
Ancón no me trae recuerdos especiales. Pasé alguna vez un verano ahí pero ya prácticamente no lo recuerdo, era muy niño y los recuerdos son muy difusos. Más era la idea pasarla ahí porque mis papás tienen mejores recuerdos y porque no quedan cerca de Lima playas abiertas a todo el público, la mayoría entiendo son privadas, incluso playas como Punta Hermosa donde sí he pasado varios veranos en mi infancia.
Lima ha cambiado. Yo no visitaba hace varios años. Algunas cosas han mejorado, se ve menos gente pobre en la calle, hay menos racismo, se nota que hay más trabajo, también que hay una nueva clase emprendedora provinciana que se ha ganado un espacio en la ciudad y contribuye a la economía, me pareció curioso también que hay muy poca gente que fume, pero los contrastes todavía son brutales, el camino a Ancón parece salir de una ciudad relativamente moderna aunque con un tráfico espantoso, porque el tráfico ha empeorado en todo Lima, a una ciudad en la India donde sólo faltan vacas en la carretera. Se nota la pobreza extrema, los barrios marginales en los cerros, sin acceso a agua y desagüe, el contraste es extremo.
Llegando a Ancón el contraste es incluso peor. Luego de haber pasado por Puente Piedra, por barrios totalmente pobres, uno entra a una ciudad que parece de la costa azul francesa (ver foto). Un kilometro de edificios modernos, clubs y yates que recuerdan una época aristocrática que ya pasó. Porque ahora Ancón es una playa pública, abierta a toda la gente del pueblo. La gente del pueblo entonces está allí en la playa, la aprovecha, se bañan y divierten, como siempre debió ser. Y lo que parece haber pasado, con mi corta observación en los días que estuve allí, algo que me da escalofríos de sólo pensarlo, es que la gente propietaria de apartamentos allí ha preferido dejar sus pisos a mezclarse con el pueblo. No estoy seguro que sea el caso, pero de ser así, realmente impresiona, un caso para estudiar.
Los edificios en Ancón parecen abandonados. No había nada de gente. Sólo pude ver gente del pueblo. En los días que estuve allí habré visto a dos familias que parecía propietarias de pisos allí. El resto de apartamentos estaban totalmente vacíos y parecían hasta abandonados. Desde mi perspectiva, listitos para ser okupados. El club donde antes seguro se juntaba la aristocracia limeña ahora estaba vacío. Es una pena. No quiero decir que es sólo una muestra de racismo extremo, es también una muestra de que la gente de distintas clases sociales simplemente no parece poderse entender.
Lo que esta claro es que el valor de los pisos y los yates que parecen estar ahí abandonados parece ser suficiente para poner agua y desagua a toda la zona. A esas casas en los cerros cerca a Puente Piedra que viven en pobreza extrema. Yates de más de cien mil dolares sin usar cerca de familias en extrema pobreza es de esas contradicciones que es difícil de entender para alguien que no ha vivido en el Perú. Y para la gente que vive en el Perú se ha vuelto lamentablemente costumbre. Esta demás de decir que fue de las experiencias que más me impresionó estando en Lima.
En Lima la pasé muy bien con mis papás. Ya amigos casi no me quedan en Lima, pero me encontré con algunos amigos del barrio que no veía hace casi veinte años y con gente de mi trabajo también en el Ministerio de Educación. Aunque en realidad estuve prácticamente todo el tiempo con mis papas, en su casa y en una casa de playa que rentamos por unos días en Ancón. Sobre eso quiero contar.
Ancón no me trae recuerdos especiales. Pasé alguna vez un verano ahí pero ya prácticamente no lo recuerdo, era muy niño y los recuerdos son muy difusos. Más era la idea pasarla ahí porque mis papás tienen mejores recuerdos y porque no quedan cerca de Lima playas abiertas a todo el público, la mayoría entiendo son privadas, incluso playas como Punta Hermosa donde sí he pasado varios veranos en mi infancia.
Lima ha cambiado. Yo no visitaba hace varios años. Algunas cosas han mejorado, se ve menos gente pobre en la calle, hay menos racismo, se nota que hay más trabajo, también que hay una nueva clase emprendedora provinciana que se ha ganado un espacio en la ciudad y contribuye a la economía, me pareció curioso también que hay muy poca gente que fume, pero los contrastes todavía son brutales, el camino a Ancón parece salir de una ciudad relativamente moderna aunque con un tráfico espantoso, porque el tráfico ha empeorado en todo Lima, a una ciudad en la India donde sólo faltan vacas en la carretera. Se nota la pobreza extrema, los barrios marginales en los cerros, sin acceso a agua y desagüe, el contraste es extremo.
Llegando a Ancón el contraste es incluso peor. Luego de haber pasado por Puente Piedra, por barrios totalmente pobres, uno entra a una ciudad que parece de la costa azul francesa (ver foto). Un kilometro de edificios modernos, clubs y yates que recuerdan una época aristocrática que ya pasó. Porque ahora Ancón es una playa pública, abierta a toda la gente del pueblo. La gente del pueblo entonces está allí en la playa, la aprovecha, se bañan y divierten, como siempre debió ser. Y lo que parece haber pasado, con mi corta observación en los días que estuve allí, algo que me da escalofríos de sólo pensarlo, es que la gente propietaria de apartamentos allí ha preferido dejar sus pisos a mezclarse con el pueblo. No estoy seguro que sea el caso, pero de ser así, realmente impresiona, un caso para estudiar.
Los edificios en Ancón parecen abandonados. No había nada de gente. Sólo pude ver gente del pueblo. En los días que estuve allí habré visto a dos familias que parecía propietarias de pisos allí. El resto de apartamentos estaban totalmente vacíos y parecían hasta abandonados. Desde mi perspectiva, listitos para ser okupados. El club donde antes seguro se juntaba la aristocracia limeña ahora estaba vacío. Es una pena. No quiero decir que es sólo una muestra de racismo extremo, es también una muestra de que la gente de distintas clases sociales simplemente no parece poderse entender.
Lo que esta claro es que el valor de los pisos y los yates que parecen estar ahí abandonados parece ser suficiente para poner agua y desagua a toda la zona. A esas casas en los cerros cerca a Puente Piedra que viven en pobreza extrema. Yates de más de cien mil dolares sin usar cerca de familias en extrema pobreza es de esas contradicciones que es difícil de entender para alguien que no ha vivido en el Perú. Y para la gente que vive en el Perú se ha vuelto lamentablemente costumbre. Esta demás de decir que fue de las experiencias que más me impresionó estando en Lima.
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