lunes, julio 09, 2012

La hija de Fusion

La hija de Fusion reniega de su pasado. Su infancia le trae malos recuerdos. Todos los años a fines de Junio sus padres la llevaban a un festival donde la gente comía manzanas y era mal visto comer carne. Todos aparentaban estar felices pero ella no se lo creía. Ella no lo eligió. Sus padres infaltablemente asistían al festival, iban en un auto-casa y se quedaban más de una semana. Se metían al lago desnudos y andaban en bolas por el festival. Ella también andaba desnuda pero era muy niña para sentir pudor. Al principio lo aceptó, pero cuando tuvo cierta madurez no quiso andar desnuda nunca más. Era un espectáculo absurdo. Todos creyendo que vivían en un mundo de paz y amor, siendo amables gratuitamente. En cuanto se dio cuenta le pidió a sus papas que la vistieran. Ya le estaban creciendo las tetas y no le gustaban que la vieran. Que los otros andasen desnudos era su problema, pero a ella no le parecía.

Ahora de adulta la hija de Fusion no se entiende con sus papás. Ellos seguro hubieran esperado algo distinto de ella. Pero ella tiene su propia personalidad. Aprecia que hayan baños separados para hombres y mujeres. Incluso en el baño de mujeres siempre sale de la ducha cubriéndose con una toalla. Le gusta comer carne, no le interesa la música de los balcanes, los problemas políticos del mundo árabe, ni la situación de los refugiados en Alemania. De niña le ponían el polito de Kein Mensch ist Illegal, pero cuando creció se dió cuenta que España e Italia eran una coladera para africanos que venían luego ilegalmente a quitarle el trabajo a europeos. Esta bien que vengan, pero legalmente, la ley está par respetarse, pensaba ella. O mejor todavía, que se queden en sus países y se ocupen de sacarlos de la pobreza.

Cuando tuvo la oportunidad de hacer un intercambio sus papás esperaban que se vaya  a Sudamérica, pero ella optó por Wisconsin. Se quedó en casa de una familia americana y allá tuvo su primer novio. Incluso ahora, sus mejores amigos viven en Estados Unidos. Admira a ese país, su cultura, la modernidad, la eficiencia del sistema, su competitividad. Ese es el verdadero socialismo, piensa ella. El que se esfuerza lo logra en América. Sudamérica en cambio, nunca le interesó. No se interesó por aprender español y hasta ahora no sabe quién fue realmente el Che. En casa de sus padres hay discos de Illapu y un poster del Che, pero ella no tiene la mínima curiosidad por saber de que se trata.

A la hija de Fusion le gusta ir a McDonalds, comerse sus buenas carnes, mientras sus padres comen platanos y vegetales solamente. Recuerda con horror el olor a curry de Fusion. Mientras sus padres se deleitaban con la comida indu, tomaban chai, y hacían meditación al lado de los restaurant tipo carpas, ella sólo pensaba a qué hora se acabará esta tortura para salir y comerme una buena hamburguesa con papas.

Preferiría nunca haber tenído que conocer ese festival, lleno de gente desadaptada que no sabe vivir en el mundo moderno. Pensaba que esa gente no era auténtica, que no creían realmente en lo que hacían, que todo era una farsa y para algunos incluso sólo una moda. Escuchaba hablar a los amigos de sus padres de Berlín como si fuese la sociedad perfecta, pero a ella la gente de Berlín le parecía una bola de borregos que decían estar cambiando el mundo pero no hacían nada, eran sólo gente con miedo a vivir en la realidad y que les gustaba estar a la moda, gente que se sentía superior, pero no eran mejor que sus amigos de Winsconsin indiferentes a lo que sucedía en países africanos.

En Fusion sus papás la llevaban a ver películas para niños que no eran divertidas, todas tenían un mensaje político y trataban de sermonearla de lo que pasaba en el mundo. Además ocurrían en países árabes o sociedades muy lejanas que ella no entendía. Ella las odiaba. No habían muchos eventos para niños en el festival salvo el cine y el teatro y lo poco que había estaba impregnado también de política. Por qué piensan ellos que me interesa aprender sobre su modo de pensar. Yo hubiese preferido sólo ver algo entretenido en lugar de tanto mensaje social, pensaba ella. Ahora no le interesaban los documentales, el teatro, ni el cine arte. Le gustaban las películas americanas fáciles de digerir, mejor si eran sólo para divertise porque el trabajo la agobiaba y luego buscaba en las películas relajarse un poco.

Trabajaba en un banco, en el área de inversiones. No era lo que sus padres habían esperado. Ellos seguro hubiesen querido que toque el cello o que si se trate de dinero se dedique a desarrollar proyectos en países pobres, pero nada de eso le interesaba a ella. Le encantaba su trabajo, podría decirse que era una workaholic. Vivía pendiente de su berry, siempre tomando decisiones de gran impacto. En realidad pensaba que su trabajo tenía más influencia en reducir la pobreza que lo que hacen las ONGs. Ellos daban dinero para inversiones privadas que al final se convertían en trabajo para miles de personas. Sus papás nunca le preguntaban sobre lo que hacía. Solo le preguntaban si estaba contenta con el trabajo y si todo iba bien, pero no les interesaba saber de lo que se trataba. Seguro tampoco lo hubieran entendido. El mundo de sus padres era muy reducido.

El 2012 fue el último año que asistió a Fusion. Ahora sólo regresa en su memoria cada vez que huele a curry o mariguana. Sus padres siguen yendo al festival hasta ahora, pero del tema no se habla en casa.

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