domingo, diciembre 16, 2012

Paolo y la calidad de vida

Paolo Guerrero, jugador de fútbol peruano que acaba de ganar con el Corinthians la copa mundial de clubes, dice que ahora es feliz en Brasil y que en Alemania se sentía amargado, no la pasó bien en Hamburgo, casi diez años, ahora recién goza de mejor calidad de vida.

Uno se pregunta qué es la calidad de vida y qué tan importante es. Yo estuve tres años en Hamburgo, casi ocho años en Alemania, los primeros cinco en Berlín. Puedo decir que en Berlín fui muy feliz, de hecho, los recuerdos más felices que tengo de mi vida son de Berlín y de mi barrio en Perú.

Pienso que la nota de prensa no alcanza a expresar la experiencia de Paolo en Alemania. Seguro debe haber sido feliz también en Alemania, seguro ahora es un poco alemán y no le gustan ciertas cosas del sistema en Brasil. Pero para el futuro, los sociologos del deporte en sudamérica deben investigar qué lugares son más propicios para cierto perfil de jugadores. E incluso me lanzaría a pronosticar que Alemania no es un lugar para un jugador peruano.

Mucha gente celebra cuando algún jugador sudamericano va a jugar a Europa, pero no se ponen a pensar lo que eso puede hacer con su vida personal. Un lugar como Alemania con una cultura y valores tan diferentes. No digo que sea un lugar donde sea imposible adaptarse. Sé de mucha gente de sudamérica que ha sido muy feliz en Alemania, yo mismo fui muy feliz en Berlín, como dije antes. Pero Alemania no es para todos, responde a un perfil.

Más allá de quienes logran ser felices y quienes no en Alemania, la cuestión de la calidad de vida me lleva a pensar en el concepto de pobreza europeo. Pobre en Europa es cuando no tienes a tu gente querida cerca, cuando tienes que mudarte por un trabajo, cuando tienes que esforzarte más que el resto. La pobreza o calidad de vida está cada vez más ligada a la estabilidad emocional. La gente protege su estabilidad emocional, prefiere evitar pasantías en las universidades más importantes del mundo y oportunidades de desarrollo profesional en general por un tiempo con su pareja o amigos queridos. Eso que puede sonar a un lujo, eso es la calidad de vida. No tener que moverte, quedarte en una misma ciudad, conservar tus amistades. A medida que hay más desarrollo, la gente exige más ese tipo de estabilidad emocional y, lo que es importante también, los que están dispuestos a sacrificar esa estabilidad emocional, siempre van a tener más oportunidades para escalar y crecer profesionalmente, a costa de ser más “pobres”.

De esto se desprende que en los países europeos más desarrollados hay más oportunidades para gente que viene del sur, porque son los que siempre se van a esforzar más. No es gratuito que se interesen por gente de India, Africa, Sudamérica con altas calificaciones. Se interesan por ellos porque saben que a diferencia de la gente con las mismas calificaciones en europa, ellos se esforzarán más y estarán dispuestos a renunciar a más cosas. Con los años, uno se pregunta hasta que punto y cuándo ya uno puede dejar de ceder. Cuántos años de tu vida valen la pena el “éxito”. Paolo pasó diez años en Hamburgo, en la pobreza, digamos, aunque muchos lo dieron por un triunfador.

Uno que ya esta traumatizado, por diferentes razones, algunas relacionadas a la inmigración, otras que vienen del país de origen, la religión católica, por ejemplo, hasta que punto puede aspirar a la calidad de vida. Creo que sí es posible, cada vez más, es cuestión de convencimiento y de entendimiento de la cultura en la que uno está. Es una cuestión de adapación cultural, profesional, saber jugar con las reglas locales. También seguro hay una cuestión legal de por medio, que yo, por ejemplo, no he logrado, pero que te garantiza cierta tranquilidad.

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