Uno se pregunta qué es la calidad de
vida y qué tan importante es. Yo estuve tres años en Hamburgo, casi
ocho años en Alemania, los primeros cinco en Berlín. Puedo decir
que en Berlín fui muy feliz, de hecho, los recuerdos más felices
que tengo de mi vida son de Berlín y de mi barrio en Perú.
Pienso que la nota de prensa no alcanza
a expresar la experiencia de Paolo en Alemania. Seguro debe haber
sido feliz también en Alemania, seguro ahora es un poco alemán y no
le gustan ciertas cosas del sistema en Brasil. Pero para el futuro,
los sociologos del deporte en sudamérica deben investigar qué
lugares son más propicios para cierto perfil de jugadores. E incluso
me lanzaría a pronosticar que Alemania no es un lugar para un
jugador peruano.
Mucha gente celebra cuando algún
jugador sudamericano va a jugar a Europa, pero no se ponen a pensar
lo que eso puede hacer con su vida personal. Un lugar como Alemania
con una cultura y valores tan diferentes. No digo que sea un lugar
donde sea imposible adaptarse. Sé de mucha gente de sudamérica que
ha sido muy feliz en Alemania, yo mismo fui muy feliz en Berlín,
como dije antes. Pero Alemania no es para todos, responde a un
perfil.
Más allá de quienes logran ser
felices y quienes no en Alemania, la cuestión de la calidad de vida
me lleva a pensar en el concepto de pobreza europeo. Pobre en Europa
es cuando no tienes a tu gente querida cerca, cuando tienes que
mudarte por un trabajo, cuando tienes que esforzarte más que el
resto. La pobreza o calidad de vida está cada vez más ligada a la
estabilidad emocional. La gente protege su estabilidad emocional,
prefiere evitar pasantías en las universidades más importantes del
mundo y oportunidades de desarrollo profesional en general por un
tiempo con su pareja o amigos queridos. Eso que puede sonar a un
lujo, eso es la calidad de vida. No tener que moverte, quedarte en
una misma ciudad, conservar tus amistades. A medida que hay más
desarrollo, la gente exige más ese tipo de estabilidad emocional y,
lo que es importante también, los que están dispuestos a
sacrificar esa estabilidad emocional, siempre van a tener más
oportunidades para escalar y crecer profesionalmente, a costa de ser
más “pobres”.
De esto se desprende que en los países
europeos más desarrollados hay más oportunidades para gente que
viene del sur, porque son los que siempre se van a esforzar más. No
es gratuito que se interesen por gente de India, Africa, Sudamérica
con altas calificaciones. Se interesan por ellos porque saben que a
diferencia de la gente con las mismas calificaciones en europa, ellos
se esforzarán más y estarán dispuestos a renunciar a más cosas.
Con los años, uno se pregunta hasta que punto y cuándo ya uno puede
dejar de ceder. Cuántos años de tu vida valen la pena el “éxito”.
Paolo pasó diez años en Hamburgo, en la pobreza, digamos, aunque
muchos lo dieron por un triunfador.
Uno que ya esta traumatizado, por
diferentes razones, algunas relacionadas a la inmigración, otras que
vienen del país de origen, la religión católica, por ejemplo,
hasta que punto puede aspirar a la calidad de vida. Creo que sí es
posible, cada vez más, es cuestión de convencimiento y de
entendimiento de la cultura en la que uno está. Es una cuestión de
adapación cultural, profesional, saber jugar con las reglas locales.
También seguro hay una cuestión legal de por medio, que yo, por
ejemplo, no he logrado, pero que te garantiza cierta tranquilidad.
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