Vengo de un viaje a Brasil, donde pasé unos días con mis papás y mi hermano, celebrando las bodas de rubí de mis papás, nada más y nada menos que cuarenta años, tanto tiempo y todavía se buscan y divierten como niños, lo que no es un motivo menor para celebrar.
Nunca había estado en Brasil, conocía poco de la cultura y no tenía tampoco mucho interés. Creo que en Sudamérica se sabe poco de Brasil comparativamente con el resto de países de la región, la razón probablemente la barrera del idioma. Quien había estado antes un par de veces es mi hermano Pepe y le había encantado, entonces él sugirió la idea y a mis papás les encantó.
Pensamos hospedarnos en Río de Janeiro. Yo no tenía muchas ganas por el tema de la inseguridad, pero llegamos a un acuerdo: unos días en Buzios, un balneario tranquilo a unas horas de Río, y el resto del tiempo en Río.
Los días en Buzios fueron muy relajantes. La casa donde nos quedamos muy amplia, sobretodo para mí que venía de un piso pequeñisimo en París, la playa linda, la gente con sonrisa amable, y caipirinhas por doquier, unas mejores que otras. Una de ellas muy buena con una mujer de párpados ojerosos, como muchas brasileñas, de mucho mundo y una charla muy agradable. Pero me quedo con el recuerdo de una caminata nocturna por el malecón, luego de cenar con mis papás, sintiendo como la brisa del mar se mezclaba con varias copas de vino tinto que llevaba dentro. Una sensación que podría convertir con gusto en una rutina diaria.
Lo que más me gustó de Río fue Rio Scenarium, un bar y restaurant cultural ubicado en la Rua do Lavradio, en el barrio de Lapa en Río de Janeiro (ver foto). Mi hermano había reservado con anticipación una noche ahí. Él ya había estado antes. El lugar es realmente espectacular. Un edificio antiguo de tres pisos con salones grandes que evocan el glamour y la aristocracia carioca de los años 20. Fue inaugurado en el 2001 pero está completamenta ambientado en el pasado.
Pudimos ver un espectáculo de música samba. Increíble. Fue un descubrimiento para mí. Un grupo ya veterano estilo Buena Vista Social Club, pero incluyendo mujeres, de hecho eran las que cantaban. Antes que comiencen a cantar hubo un preludio muy largo, por lo menos media hora de música instrumental que invitaba poco a poco a bailar, pero no a un baile desmesurado, sino un baile con mucha sensualidad y cadencia. Era una samba de salón. Descubrí entonces que la samba es sensualidad. Me queda otra imagen. Una pareja joven se miraba, con ropa austera, corta, de verano, piel brillosa de sudor, bailando lento, mirándose a los ojos en su mundo, sin parar, llenando el ambiente de sensualidad.
1 comentario:
Terminé el servicio (bueno oficialmente mañana a las 6am) y finalmente puedo leerlo. Qué recuerdos.... Rio cidade maravilhosa!! Quedan las fotos nuestras para la posteridad, no me canso de verlas. Abrazo! Pepe.
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