jueves, septiembre 28, 2006

Adressat Unbekannt (Dirección desconocida)



En “Adressat Unbekannt” Kressmann Taylor presenta la correspondencia entre Max y Martin durante los años 1932-1934. O como una vez escuche decir a un colega bien político de mi trabajo en Lima refiriéndose a las cartas que se habían cruzado cierto funcionario público con el ministro: el intercambio epistolar. Me pareció super clásico, todos nos reimos mucho sobre eso. Pero en fin. Sobre el libro.

Max y Martin son alemanes y vivieron una temporada juntos en San Francisco, donde abrieron una galeria de arte. Luego Martin regresó con su familia a Alemania y se instaló en Munich. Desde allí trabajaba para el gobierno y coordinaba con Max las operaciones de la Galería. Max era un buen amigo de Martin, su esposa e hijos mientras ellos vivieron en San Francisco. Pero cuando regresaron a Alemania la cosa cambio.

Las desaveniencias entre Martin y Max comienzan con el surgimiento de la figura política de Hitler. Max es judío y tiene un mal presentimiento sobre el futuro de los judíos en Europa con Hitler. Le pregunta a Martin cuál es su opinión sobre Hitler. Martín piensa que Hitler va a construir una Alemania que va a mostrar “cosas grandes” al mundo. Que finalmente Alemania no tendría que sentirse más castigada y avergonzada por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial ya que Hitler le devolvería el orgullo a la nación. Una mirada que tenían muchos alemanes en esta época. Por eso, aunque la historia de este libro es ficticia, no se aleja mucho de la realidad.

Max no puede creer que Martin realmente apoye a Hitler y a su política antisemita. Piensa que escribe esas cosas por carta por miedo a que se sepa que el mantiene una amistad con un judío. Sin embargo, luego se envían cartas a través de un amigo en común que viajaba de San Francisco a Munich y a Max le queda claro que Martin se ha comido todo el rollo nacionalsocialista. Incluso Martin le dice que la muerte de los judíos sera una pérdida necesaria pero menor para lograr construir una gran nación. Le dice a Max que no debería pensar sólo en si pueblo sino en la grandeza que vendría para Alemania una vez que se haya concretado el proyecto que tenía Hitler.

Max se siente ofendido por las comunicaciones de Martin. Peor cuando se entera a través de contactos en Europa sobre el maltrato a los judíos en Alemania. Entonces la relación amical se deteriora y pasan a tener una relación netamente laboral, es decir, sobre las cuentas de la galería. Sin embargo, en una carta posterior Max le escribe a Martin sobre su hermana, Griselle, que vivía en Viena. Él estaba preocupado porque Griselle había viajado a Berlín con una obra de teatro. Tenía miedo que algo le haya pasado. Especialmente después que le escribió una carta y que se la devolvieron con un sello que decía “Adressat Unbekannt”. Por eso le pidió a Martin que vaya a Berlin a buscarla.

Pensaba que Martin se olvidaría de toda su politiquería al saber que Griselle podía estar en problema. Esto porque ella fue antes novia de Martin y el le guardaba mucho aprecio. De hecho, había sido muy duro para Martin terminar su relación con ella. Sin embargo, Martin le contestó a Max contándole que su hermana estaba muerta, que había sido asesinada por las SA en frente de él. Ella había tenido problemas en Berlín y viajó a Munich a buscar a Martin. Martin la entregó a las SA. Martin le comunicó los detalles de la muerte de su hermana como haciendo el papel de mensajero de Hitler, es decir, en unos términos muy nazis.

Max quedó choqueado con la respuesta de Martin y en adelante sólo le escribió cartas a Martin que parecían en código. Siempre con números, nombres de pintores, con poco sentido. Entonces la gente del gobierno que leía las comunicaciones comienza a pensar que Martin está apoyando a los judíos y comienzan a investigarlo. Martín entra en pánico y le ruega a Max que deje de escribir esas cartas o que de otro modo a él lo podían matar. Max sigue hasta que la última carta se la regresan con el sello “Adressat Unbekannt”. Este es el final del libro.

Sería interesante saber que hubiera escrito un tipo como Martin luego de la caída de Hitler. Tengo la impresión que esta gente ha vivido tantas transformaciónes que algunos, ahora en su vejez, viven en un estado de confusión total. Por ejemplo, un Martin en Berlin en los últimos 70 años ha visto como han destruido su ciudad, luego la han reconstruido, luego la partieron en dos y le pusieron un sistema de organización a un lado y otro al otro, luego la volvieron a unificar, luego salieron todos como locos a las calles y ahora está llena de inmigrantes y distintas formas de expresión por todos lados.

Hoy un anciano que se asoma por el parque ve gente de tantos colores: los turcos con sus tes y sus mujeres tapadas, los berlineses haciendo una manifestación de izquierda y discutiendo sobre integración, los africanos fumando hierba y un par de latinos recogiendo botellas en la calle. No es para menos que el anciano va a estar un poco confundido después de todo lo que ha visto. Es más, algunas personas me han comentado que por acá hay un problema de negación de la realidad entre los ancianos. Algunos viven un poco como en el limbo. No entienden nada de los que pasa.

Lo otro es si la gente que participó en el exterminio judío activamente o con su indiferencia, que son muchos, se sienten culpables. Por lo que escucho, muchos no tenían la menor idea de la magnitud de lo que estaba sucediendo. Por ejemplo, el año pasado estuve en Wannsee, el lugar donde se juntaron las cabezas del gobierno de Hitler y de las SS y decidieron el exterminio de los judíos, a lo que se llamó “La solución final”. Allí nos explicaban lo que se había discutido en el Protocolo Wannsee y era realmente terrible escuchar los detalles. Una anciana que estaba junto con el grupo comenzó a llorar y contó que en esa época ella no tenía ni la menor idea de lo que se estaba planeando. Que solo cuando todo paso se enteró de cuanta gente había muerto y se sintió avergonzada.

Por cierto, a pesar que millones de judíos fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial, los grupos neo-nazis niegan que hayan habido campos de concentración y asesinato masivo de judíos. Por eso, el Protocolo de Wannsee es importante: porque es una prueba documentada de que si se planeó y con detalles técnicos la construcción de campos de concentración y el exterminio de los judíos. Los neo-nazis han tratado de negar esta realidad. Por ejemplo, hace unos años pusieron una bomba a un campo de concentración, Sachsenhausen, al norte de la ciudad de Berlin. La intención es pues borrarlo de la memoria.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Como Martin pudo permitir que mataran a la hermana de Max?
Aqui en España,hace poco comentaba con alguien sobre la horrible atrocidad del holocausto y me quede como tonta porque me contesto que mucha gente exageraba y que las cosas no habian sido como se dicen y no se que otras cosas mas defendiendo a los nazis que me quede rarisima pensando ¿que le pasa a este porque me dice estas cosas?¿esta loco?

Anónimo dijo...

Como acabamos de hablar por telefono, me gusto mucho la historia y la reflexion que haces sobre los ancianos en Berlin. Tu llamada me hace mucho bien. Te quiero hermano.
Pepe

Carlos Rosado dijo...

Ufff que locura. Me hace aveces preguntarme si nuestros abuelos (en particular los mios) sienten verguenza o culpabilidad sobre la forma en la que trataban a los indigenas... no que ahora se les trate bien, pero por lo menos en Yucatan de antes (creo) que era aun peor. Aunque a decir la verdad mi abuela sigues siendo una racista de lo peor... supongo que simplemente asi son las cosas. Nos vemos en enero.