lunes, octubre 23, 2006

Wintergreen



http://static1.squarespace.com/static/554fc115e4b01e5092f79e57/t/554fd16ee4b0e94d5db7b304/1431294333132/1400-charlottesville-va-downtown.imgcache.rev1409086909867.web.jpg?format=1500wRegresé ayer de Wintergreen, USA. Esto está en el estado de Virginia a una hora de Charlottesville, donde está la Universidad de Virginia. Estuve una semana por allá en un seminario que es parte de mi doctorado junto con gente de Berlín, la Universidad de Vigninia, y la Universidad de Michigan. Así es como ha comenzado mi doctorado, con este seminario. Entonces, luego de estar poco más de año y medio fuera de las canchas, el sábado pasado volví a la academia.

Salí tempranito el sábado pasado con dirección al aeropuerto Tegel con mi mochila y mi laptop. De hecho emocionado por comenzar finalmente el doctorado, luego de un período largo sin trabajo estable, haciendo de todo un poco, viviendo mi rebeldía, en la bohemia, y en muchas casas. Los últimos par de meses fueron desesperantes, contaba las horas para comenzar a tener una vida más estable y finalmente llegó.

La semana anterior a mi viaje estuve haciendo unas comprillas. Ante la inseguridad de volver a un ambiente académico luego de tanto tiempo, al menos había que vestirse bien. Es que cuando uno se siente seguro de su tema llega al seminario como a su casa, con polo, zapatillas, sin usar el membrete que identifica a cada uno de los participantes. Total, si me hacen una pregunta los deslumbro a todos. Pero en mi caso era lo contrario. Entonces, como nunca, me preparé como para ir a una boda.

Compré zapatos, camisas, pantalones. Como tengo todo el tiempo del mundo y viajo en metro gratis por estar en la universidad (qué viva el socialismo!) anduve por media ciudad en tiendas de segunda mano escogiendo prendas de vestir. Encontré camisas por 3 euros, unas zapatillas por 2 euros, y un par de pantalones de marca que me quedaban un poco grandes pero les mande a hacer la basta. Los zapatos fue lo único que me compré nuevos, claro, de oferta. Estuve todos los días saliendo a ver ropa, hasta un día antes de viajar. Entonces viajé como un campeón y aunque participé poco en el seminario fui de los mejores vestidos, que al final es lo más importante.

El viaje comenzó con contratiempos. En Washington perdí mi conexión para Charlottesville. Tenía hora y media para tomar mi vuelo pero el control en aduanas fue un caos total, en verdad pues que la seguridad en los aeropuertos gringos es todo un show, la paranoia. Muchísima gente perdió su conexión. Algunos tenían sólo 30 min para el siguiente vuelo e imposible pues. Yo pensé que tenía tiempo suficiente pero no. En lo que haces una cola larguísima, luego te quitan los zapatos, te toman la foto, y te toquetean se te va todo el tiempo.

Mi hipótesis es que todo es una conspiración de la industria de pasta de dientes. En los controles a uno le quitan la pasta de diente, luego uno vuelve a comprar otra, y te la vuelven a quitar. Escuchaba varias personas que decían molestas “pero si me acabo de comprar esta pasta de dientes porque la otra me la quitaron en el otro aeropuerto” e igual se las quitaban. Entonces son los únicos que salen ganando, todos los demás perdemos: el aeropuerto, las aerolíneas, los pasajeros.

A pesar de todo, a mí no me fue tan mal porque puede tomar otro vuelo un par de horas más tarde. El resto de gente que viajaba conmigo para el seminario, que en ese momento no sabía que estaban conmigo porque no los conocía, perdieron su vuelo, tuvieron que pasar la noche en Washington y volar al día siguiente, algunos por la mañana y otros por la tarde. Incluso algunos viajaron por tierra porque no encontraban vuelo.

Yo tuve la suerte de que la chica encargada de atender a los pasajeros que perdimos nuestra conexión era de Torreón, México, lugar donde he vivido. Entonces nos pusimos a conversar, nos hicimos un poco colegas, y al final hizo una jugada para que yo pueda viajar. A pesar que el avión de la noche ya no tenía sitios y había una lista de espera como de 16 personas, yo fui el único que viajé. Me dijo “corre, corre, llega a la sala, diles que te mando yo, ellos ya saben, te van a dejar entrar”. Entonces, fui corriendo, cosa que odio de los aeropuertos, uno siempre por alguna razón tiene que correr, llegué y pasé.

Debo decir también que mientras la mayoría de gente estaba molestísima por perder su conexión (casi se arman un par de broncas entre amigos que viajaban juntos!, ni siquiera desconocidos), a mi me daba totalmente igual, no me interesaba en lo más mínimo, pasar más horas en el aeropuerto o la noche ahí. No sé, de por sí se me hacía raro estar viajando a los states luego de haber estado tan misio. La gente, en cambio, estaba puteando en la cola de quejas. Yo me compré mi sanguche, me puse a conversar con la mexicana sobre la comarca lagunera y las nieves de Lerdo. Y felizmente, me hizo un paro pues.

Luego llegando a Charlottesville me recogieron y me llevaron al Wintergreen Resort, a una hora de la ciudad. El hotel es como una pequeña ciudad, con restaurantes, campo de golf, caminos para esquiar, y vías para caminar. No hay habitaciones sino pequeñas casas en medio de un bosque donde el paisaje otoñal es especialmente alucinante (ver foto). Mi estadía ahí fue el engreimiento total. Tenía una casa de dos pisos, con un balcón con una vista impresionante, sala, dos habitaciones para dormir, cocina, chimenea, dos televisores, dos teléfonos. Todo para mí solo. Luego los desayunos, almuerzos, comidas, todo pagado en el restaurant que quisieramos. Y cada día luego del seminario vinos y los tragos que queríamos.

Para mí, que en Berlín recojo botellas en la calle o me acerco a las mesas en el morgenrot como si fuera mozo y les pregunto si me puedo llevar las botellas para luego sacar algo con el depósito, limpio casas, pateo cajeros automáticos porque no les puedo sacar más plata, me voy a las iglesias, a caritas, y con 10 euros tengo que comer una semana (se puede!!), era pues todo un shock. De pronto comenzó mi primer pago de la beca un día antes del viaje y me engríen de esta manera en Wintergreen. La locura.

Algunos de los que han seguido este proceso conmigo, todo lo que pasé por acá (incluyendo la deportación y luego regresar) celebrán que comience esta nueva etapa. Pero no falta, como siempre, quien me haya dicho que soy una persona con mucha suerte o que debería agradecerle mucho a Dios. Como si a uno le cayeran regalos del cielo. También una peruana que vive en Berlín en su intento por compararse conmigo y para evitar complicaciones terminó diciéndome y a su novio que entonces yo no era peruano. Sí, sí, Dios, suerte, y no soy peruano, claro, my ass!! Incluso alguna vez he tenido que decir ante estas explicaciones “si, bueno, pero también un poco de esfuerzo, no crees?”.

En fin. No reniego más. El grupo de Berlín, salvo yo, llegó al siguiente día. Todos molestísimos por tener que pasar la noche en Washington y por como fueron tratados en el aeropuerto. Por otro lado, encontraron la excusa perfecta para expresar su odio a los Estados Unidos. Y es que los berlineses pues ven a los americanos como un grupo de salvajes ignorantes. Entonces hubo un poco de mala vibra desde el principio. Durante las comidas los europeos se sentaban en una mesa y los americanos en otra. Las pocas veces que hubo contacto entre los dos grupos por ahí salió el sarcasmo de los alemanes sobre USA. Los americanos ni se enteraban, mejor seguían hablando de Seinfield.

Conocí a mucha gente y especialmente a ninguno. Yo soy de los que me suelo pegar con una persona pero esta vez hablé con casi todos o todos un poco. Por momentos en el seminario me aburrí porque hablaban de temas que no son los míos. En realidad creo que sólo dos presentaciones tuvieron que ver con lo que yo hago. Tampoco tenía muchas ganas de asistir a las celebraciones cada día post-seminario. Entonces luego del seminario me atiborraba de shows norteamericanos: Seinfield, Family Guy, King of the Hill, Friends, Will and Grace, Fraiser.

Tanto los shows como las conversas con los americanos me recordaron unas cuantas cosas sobre esta cultura que se expresan en las siguientes expresiones: Oh oh, sorry, my mistake; we are dating; he didn’t return my calls; its up to you; did he give you his phone number?; I’m so glad to know that you are doing well; I’m so happy for you (con sonrisa fingida). Por cierto, algo parecido a esta última le dije a un berlinés en una casa okupa cuando recién llegaba de Canadá, con estas malas costumbres, y ante mi politiquería me contesto “bla, bla, bla…fuck you man!!”. Ja, ja, bienvenido a Berlín. Pero bueno, estas son algunas de las expresiones que siempre me han llamado la atención, por su connotación y lo mucho que dicen sobre esta sociedad. No las pretendo explicar porque me extendería demasiado, por ejemplo con el up to you y my mistake, pasu, pero creo que los que conocen de cerca esta sociedad saben a lo que me refiero.

Los últimos días en Wintergreen no veía la hora de regresar a Berlín a comenzar a hacer mis cosas. Ayer regresé con el grupo de berlinesas. Conversando tranquis en el camino. La misma gente que viajamos juntos a USA pero ahora sí nos conocíamos. Dane me recogió del aeropuerto, de ahí a dormir un par de horas en la casa y por la noche fiesta con Dane, Nico, Siba y otra gentilla. Contento de estar de vuelta y ahora sí de vuelta al cole.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Welkommen back!! Reitero, excelentes comentarios en tu blog. Imagino perfectamente el sarcasmo aleman ante los gringos (y tambien el muy hipocrita sarcasmo gringo hacia los alemanes - eso si, muy sutil). Te entiendo perfectamente cuando hablas de la cultura del "my mistake", que dice mucho acerca de la dinamica estadounidense. Distinta, sin embargo, de la canadiense, por lo que he podido observar. Hace poco un amigo peruano que se mudo recientemente a EEUU me conto su experiencia en Berlin (como turista por pocos dias) y me resalto la "falta de tacto". El tacto es importante para el; seria bacan si tienes algun comentario al respecto - en simple animo de la degustacion de las culturas.
Y a esa gente que subestima tu esfuerzo para lograr lo que has logrado.... hmm... por que estan a tu alrededor? Te quiero mucho!
Pepe

Anónimo dijo...

Welkommen back!! Reitero, excelentes comentarios en tu blog. Imagino perfectamente el sarcasmo aleman ante los gringos (y tambien el muy hipocrita sarcasmo gringo hacia los alemanes - eso si, muy sutil). Te entiendo perfectamente cuando hablas de la cultura del "my mistake", que dice mucho acerca de la dinamica estadounidense. Distinta, sin embargo, de la canadiense, por lo que he podido observar. Hace poco un amigo peruano que se mudo recientemente a EEUU me conto su experiencia en Berlin (como turista por pocos dias) y me resalto la "falta de tacto". El tacto es importante para el; seria bacan si tienes algun comentario al respecto - en simple animo de la degustacion de las culturas.
Y a esa gente que subestima tu esfuerzo para lograr lo que has logrado.... hmm... por que estan a tu alrededor? Te quiero mucho!
Pepe

Anónimo dijo...

Me he reido mucho,con lo que paso
en tu vuelo de ida,que buena gente la de Torreon,¿hablaron de Lerdo?tu sabes lo importante que es,ja ja ja.
Todo lo que has conseguido,son unicamente tus meritos y soy testigo de eso.Tenemos muchas veces la mala costumbre de decir que suerte por esto,que suerte por lo otro,pero hay que reconocer que sin el esfuerzo,estudio,sacrificio,experiencia y muchas cosas mas que tu tienes no se consigue nada,y todo eso son meritos y eso es lo tuyo,
MERITOS