sábado, abril 14, 2007

Jugar de visitante
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La verdad que nunca imaginé que la vida sería tan difícil. No sé por qué, pero de niño yo me imaginaba que a esta edad, ahora que estoy ya cerca de los 30, mi vida estaría más o menos resuelta. Imaginaba que tendría o estaría encaminado a tener un auto, una casa, tal vez con piscina, una pareja, estabilidad emocional, estabilidad laboral e imaginaba, además, que todo esto me haría felíz. Esta no era sólo una ilusión, en realidad yo estaba convencido que las cosas serían así.

Pero las cosas no son así. En realidad, ni siquiera creo que estas cosas me harían felíz. De hecho, no las he buscado. Pero el que la próxima semana cumpla 29 años y sienta que la vida es un permanente esfuerzo, una lucha, esto si es algo que no esperaba, es algo que me ha tomado por sorpresa. No creo tampoco que mi vida sea particularmente difícil, veo que la gente a mi alrededor no la pasa tan bien. El problema, es que todo esto me ha agarrado de golpe: yo realmente no esperaba que las cosas iban a ser así.

Por ejemplo, no esperaba vivir varias bienvenidas y despedidas y el desgaste emocional que produce esto. Tener que dejar a amigos atrás, en otras ciudades, países, y luego ir perdiéndolos poco a poco. Incluso a aquellos que en algún momento pensé que siempre estarían ahí. Pero cuando uno se mueve, esto es inevitable, el tiempo pasa y compartes tu vida con la gente del lugar donde vives y lo mismo les pasa a tus amigos de antes. Entonces poco a poco se pierde el contacto, uno ya no está al tanto de la vida del otro.

Llega nueva gente, pero es mucho más difícil incorporarla a tu vida. No sé, con el tiempo es más difícil hacer amigos, abrirte a alguien, dar confianza. Pero inevitablemente la gente que está a tu alrededor, que participa de tu vida, se vuelven tus nuevos amigos. Estando en otra cultura, además, tienes que aprender sus códigos para integrarte, tienes que cambiar para que puedas ser el mismo y que la gente te conozca. Entonces las bienvenidas también son desgastantes.

Hay que ver cómo funcionan las cosas en el lugar al que uno llega. Cosas básicas, como por ejemplo, cuáles son los límites del respeto, cómo es el humor, la diversión, el trabajo, los códigos que hay que usar. Porque no puedes llegar y ser simplemente tu mismo, porque puedes ser mal interpretado dependiendo del lugar donde estés. Entonces, para poder seguir siendo el mismo de siempre, poder darte a conocer con la gente, tienes que cambiar y expresarte en los códigos locales. Por eso digo lo de cambiar para ser tu mismo.

Además de eso, en este proceso pierdes muchos de tus recursos. Es decir, hay tantos conocimientos que pierden sentido, tanto del pasado que pierde sentido en un nuevo contexto. Por ejemplo, la música que escuchabas, los libros que leías, los temas de conversación que podían sonar interesantes en un contexto, en el otro pierden significado. Entonces no iba a ligar con una chica en Canadá del pueblo donde vivía hablándole de Silvio Rodriguez o Caifanes, sino que probablemente caía si nos reiamos juntos conversando sobre “Trailer Park Boys” o “That 70s Show”.

Aprendes entonces los nuevos códigos, lo que es “cool” en este nuevo contexto, lo que interesa, y para qué? Para que justo cuando lo estés comenzando a disfrutar, te vayas a otro lado y comiences de nuevo. Siempre queda entonces esta sensación de jugar de visitante. De ser el nuevo, el que está aprendiendo. El que no tiene familia, amigos, ex novias, pasado. Porque llegas y conoces gente y la gente que conoces, muchas veces, tiene ya su gente, y tu tienes que entrar al grupo. Tienes una novia y la pasas con sus papas, abuelos, primos, amigos, como si tu no tuvieras los tuyos. Es más, a veces me he preguntado si ellos saben que yo también tengo familia y que aunque nos vemos poco en los últimos años, cuando nos juntamos no sólo conversamos, a veces incluso bailamos y lloramos.

Aprender un nuevo idioma también cansa. Tener que hablarlo todos los días, en la casa, en el trabajo. La frustración de no poder expresar bien lo que quieres y, nuevamente, no darte a conocer como tú quisieras o ser mal interpretado. Sentir, cómo no intercede alguien que me ayude a hacerles entender lo que quiero decir, no literalmente, sino realmente lo que quiero decir. Pero no se puede y nuevamente, esto de sentir que uno juega de visitante. Es que por mucho tiempo que uno se quede en un lugar, si es que no es tu país, siempre serás un visitante, un extranjero. Más aún, también puedes ser un visitante en tu propio país.

Luego la gente a mi alrededor. Algunos con cuatro hijos con cuatro mujeres diferentes, otro que su novia era depresiva y un día decidió finalmente suicidarse, otros que van todos los días a un trabajo que odian y cuentan las horas para irse, otros que sólo piensan en el dinero, otros que quieren casarse, sí, pero sólo para que la mujer les planche la ropa, otros que se casan por papeles y luego se terminan enrollando con la tía y tiran de vez en cuando, pocos con estabilidad laboral, otros con trabajo y mucho “éxito” profesional (y para qué carajo sirve el “éxito”?), otros que pasan los años y se lamentan por no perseguir sus sueños, otros que están por los cuarenta y siguen diciendo que quieren tener familia, una casa, hijos y no se dan cuenta que hace rato que están por otro camino.

Como digo, todo esto me ha agarrado por sorpresa. No entiendo muy bien por qué, pero no me acostumbro a la idea que la vida sea así. En mi caso, por ejemplo, pasa el tiempo y cada vez tengo menos plata, menos amigos, menos disposición a conocer gente, a dar amor. Puedo pasármela tranquilo en una mesa con gente que acabo de conocer sólo pronunciando monosílabos. Me voy a fiestas sólo, me quedo a dormir en los clubs, escribo investigaciones sólo. Me siento aislado y lo peor, me estoy acostumbrado a este sentimento.

No me arrepiento de las bienvenidas, las despedidas, de quedarme sin recursos, de hablar un nuevo idioma. No me arrepiento de jugar de visitante. Es algo que he buscado, porque me gana el interés por conocer la realidad, por cambiar de piel varias veces en una misma vida. Esto es una opción que tomé y, en todo caso, luego de abrir esta puerta como que ya no había vuelta atrás. Pero a veces sí me pregunto, como hoy, y todo esto, “para qué?”. Para estar en este estado de aislamiento? Para no tener testigos de mi vida? Porque son los testigos los que le dan sentido a las cosas que uno hace, o no?

Pues bueno, hoy me he sentido muy angustiado. No sé realmente si sera por esto, porque tengo predisposición al autoengaño y suelo jugarme algunos trucos. En fin. Ayer fui al teatro Berliner Ensemble a ver “Madre Coraje y sus Hijos” de Bertolt Brecht. Me encantó. Espero hablar un poco de esto en un próximo blog. Es que estoy comenzando a acumular recursos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Reflejas el sentimiento de un moviemiento, Dani. Me incluyo integramente - sabes que de una forma distinta, pero con la misma consecuencia. Me encanto aquello de "tener testigos" en el camino, es tan importante, tan humano, tan santo. Dice la sabia cancion "hace tiempo alguien me dijo cual era el mejor remedio, cuando sin motivo alguno se te iba el mundo al suelo, y si quieres yo te explico en que consiste el misterio: que no hay cielo, mar ni tierra, que La Vida es un Sueño!".
Y en voz de Chabela Vargas: "que el fin del mundo te pille bailando, que el escenario te tiña las canas... que los otoños te doren la piel, que cada noche sea noche de bodas, que no se ponga la luna de miel!".
Bueno.... se acerca el cumpleaños de....................
Siempre estamos juntos hermano,
Pepe

eldani dijo...

Hola Pepe,

Gracias por el comentario. Si, esto de tener testigos para mi es importante, algo que le da sentido a las cosas que uno hace.
Pues si, se acerca el santo del dani, heheh, este sabado haremos parrillada si hay buen clima, si no seguramente ir a un bar o cocino en la casa.

Un abrazo grande de tu hermanito :)

Anónimo dijo...

Vaya tio,te entiendo perfectamente.

se puede hacer algo para cambiar?
A mi me gustaria cambiar algunas cosas...
El dady.